11 septiembre 2008

Dos caminos para una persona jodida

Estoy en un dilema san isidrino, ¿tomo la calle Los Libertadores o Camino Real? ¿Qué rumbo escoger hacia mi único destino? La estatua de Pedro Domingo Murillo me invita a sentarme un rato, para seguir leyendo “Conversación en la Catedral”. Acepto. ¿Estoy tan fregado como Zavalita? Si el Perú está creciendo y mejorando, ¿por qué me siento jodido?, ¿cuánto debo esperar por el chorreo?, no solo económico, también anímico, chorreo de optimismo.

El viento frío y vigoroso de mi Lima gris pretende que me pare y siga mi camino. No le hago caso. Me gusta el invierno y el otoño. Así que búscate a otra persona que sea friolenta porque yo si te amo. Ni siquiera los pequeños magmas blanquecinos de las aves, ya secos, cercanos a mi asiento, me intimidan. Me iré cuando se me dé la gana. Regreso a la página donde me quedé. Estoy contigo Zavalita.
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Decido ir por Camino Real, ya leí todo un capítulo, a las tres y media debo estar en aquel lugar. Recién los primeros diez pasos y tengo que cambiar de dirección, por Los Libertadores, una de las tantas construcciones de edificios me impidieron seguir. Una cuadra recorrida, regreso a Camino Real, diez pasos, otra construcción, y otra vez Los Libertadores, tres cuadras más. No lo planeé así, no era lo que al principio escogí, pero llegué. ¿Qué es más importante? ¿La meta o el camino hacia ella? No importa, igual estoy jodido.

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